lunes, 27 de octubre de 2008

Cumpleaños Feliz

Los niños más encantadores de la comarca cumplían diez años. En aquél pueblo de apenas 300 habitantes, ellos dos eran los más apreciados, sobre todo entre los abuelitos. A pesar de la desgracia que cayó sobre ellos, eran muy felices y además su sueño estaba a punto de convertirse en realidad, iban a jugar su primer partido de fútbol. Los mellizos Melquíades y Teodoro no tenían apenas coordinación, y sufrían un considerable retraso mental, aún así eso no les hacía menos felices que el resto de chavales de la región. Más bien todo lo contrario. Al ser hijos de la alcaldesa gozaban de todo tipo de privilegios, y una muestra de ello era el regalo que les hizo su madre, previo soborno al entrenador del único equipo del pueblo, el Papatrigo FC. Ni que decir que el mister quedó más que contento con el método de pago de la Sra Fortuny, bien conocida por sus escarceos amorosos y por su buena maña con la manivela. El Sporting de Muñopepe, equipo invitado para las fiestas del pueblo, sería el rival de los pequeños mellizos, en esa mañana dominguera de agosto. Teodorico jugaría de defensa, mientras que Melquíades lo haría en la mediapunta. Saldrían titulares, aunque según el trato el tiempo sobre el terreno de juego no podría superar los 5 minutos; las influencias de la alcaldesa tenían un límite, por muy buena que se comportara sobre los lechos ajenos.

El señor árbitro del partido no iba a ser ni más ni menos que Don Gregorio, el cura de la parroquia. Había oscuras leyendas que hablaban sobre sus devaneos con ciertos niños del pueblo, pero nunca llegó a demostrarse nada. Lo último que se escuchaba por las empinadas calles de Papatrigo era que el causante de la muerte repentina del pequeño Carlitos fue Don Gregorio. El niño apareció con los pantalones bajados tirado boca arriba en un cobertizo cerca de su casa, y las acusaciones recayeron directamente sobre él. Don Gregorio de todas maneras era un hombre fuerte, y solía hacer oídos ajenos a lo que la gente comentaba sobre su amaneramiento y fama de tocón con los monaguillos. Iba a comenzar el partido, y el equipo de Muñopepe aún no se había presentado a la cita. Los pobres mellizos se iban a quedar sin su regalo de cumpleaños. Toda la vida esperando este momento y no iban a poder disfrutarlo, con todo lo que su madre había hecho por ellos. Sin embargo, no eran los únicos desgraciados. Una hora después de la hora concertada llegó la trágica noticia. El autobús de los chicos del Muñopepe derrapó bruscamente al chocar contra un par de jabalís que se encontraban en medio de la carretera en una actitud algo más que amorosa. El macho tras salir volando y golpearse la cabeza con una roca murió al instante, mientras que la señora jabalí meses más tarde dio a luz unos preciosos cochinos. Tan pequeños y ya huérfanos, ¡qué vida más desgraciada!


Por otro lado, los chicos salieron ilesos, pero tras el enorme susto que se llevaron, pospusieron el partido hasta la semana siguiente, aunque la cita esa vez sería en el campo del Muñopepe. Pero quizás ya era demasiado tarde, Tedeorico se fue llorando desconsolado tras su madre al enterarse de la noticia, mientras que Melquíades fue a abrazarse a los del señor colegiado, quien amablemente le retuvo en su pecho. Para ellos, los pequeños Fortuny, el día de su cumpleaños se convirtió en uno de los peores recuerdos de su vida, sobre todo para el pobre de Melquíades que ese día no durmió en casa.