
En mi país, hadas y duendes danzan en el fuego,
ocultándose entre máscaras.
Las musas duermen;
descansan bajo el murmullo de la soledad.
En mi país los vientos transportan promesas huecas, envuelven frases que nunca quieren decir cómo quieren sonar.
En mi país no tengo boca y debo gritar.
Sus principios se retuercen y el final es la metamorfosis.
En mi país, la moneda es la mueca;
y el encanto juega en viejas habitaciones del pánico.
En mi país no tengo boca y debo gritar.
y ahora algunos cotiledones se congregan en explanadas,
ríen y esperan pacientes, y el tejido se rasga y el grito es supernova.
Y ahora saludamos a ritmo de la combustión.
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